En primer lugar, es muy importante reconocer que, tan solo en EEUU, anualmente se descartan al medio ambiente, alrededor de setenta millones de kilos de colillas de cigarro y en todo mundo aproximadamente quinientos millones. En efecto, las sustancias químicas que, contienen las colillas, son realmente nocivas para la biodiversidad marina.
De igual forma, un dato que es muy poco sabido por las personas es que, para elaborar trecientos cigarros se necesita talar un árbol, es decir la producción anual de cigarrillos demanda alrededor de dieciocho millones seiscientos mil árboles.
De esta forma, la producción y
consumo de cigarrillos no puede ser, bajo ningún aspecto, sostenible en el
tiempo. Sin importar que se dediquen esfuerzos por las compañías tabacaleras,
el impacto en el medio ambiente es muy grande y amplio, dado que, los desechos
producto de los cigarros no solo afectan los recursos naturales; si no que también
suponen un gasto para los gobiernos pues anualmente se destinan gastos para la
limpieza de los residuos del mismo.
Entonces, la continua explotación
de nuestros recursos naturales a causa de las compañías productoras de tabaco,
no cumple con el primer pilar de la sostenibilidad puesto que, supone la deprecación y degradación de
recursos naturales, que no podrán ser utilizados con propiedad por las
futuras generaciones.
Por otra parte, el desarrollo de
los negocios vinculados a la producción de cigarros ha sufrido la imposición de
controles regulatorios a lo largo del tiempo, que han desacelerado y limitado
su crecimiento y beneficios económicos. Estas trabas se han dado a partir los
daños que causa el tabaquismo a la condición social y física del hombre. Por
ejemplo, en los últimos años la FDA han
establecido múltiples regulaciones en términos de: restricciones a las ventas,
eufemismos y al mercado.
Por lo tanto, si bien la producción
y venta de tabaco era un negocio muy
promisorio en sus inicios, a partir de la concientización y la preocupación de
las personas por su bienestar y de los estados, por la reducción de gastos en
salud relacionados a afecciones producto del tabaco, el crecimiento vertiginoso
de aquella industria se ha estancado y se prevé que el mercado consumidor sea
cada vez menor. Es por esto que estas empresas no son y no serán sostenibles económicamente en el largo plazo.
Finalmente, la venta y producción
de tabaco no es sostenible socialmente
pues, teniendo en cuenta que, anualmente se realizan múltiples marchas contra
la industria del tabaco (un ejemplo de ello es el día mundial sin tabaco), las
comunidades sienten que la oferta de estos, atenta contra los derechos de la
humidad, sobretodo de la salud.